La educación virtual implica desarrollar estrategias pedagógicas para promover el aprendizaje y hace necesario partir del principio de autonomía y autoformación. Quien aprende en un sistema de educación virtual es el actor de su propio aprendizaje, y su iniciativa, interés y compromiso son los ejes sobre los que se desarrolla su movimiento para el alcance de logros o el desarrollo de las nuevas competencias.
Dentro de los elementos didácticos el docente debe promover el aprendizaje colaborativo, la formación de grupos y equipos de aprendizaje para facilitar el intercambio de experiencias, el dialogo de saberes y el acompañamiento entre los estudiantes, Calzadilla señala:
"El aprendizaje colaborativo se sustenta en teorías cognoscitivas. Para Piaget hay cuatro factores que inciden e intervienen en la modificación de estructuras cognoscitivas: la maduración, la experiencia, el equilibrio y la transmisión social. Todos ellos se pueden propiciar a través de ambientes colaborativos. En la teoría constructivista (Vigotsky, 1974), el aprendiz requiere la acción de un agente mediador para acceder a la zona de desarrollo próximo, éste será responsable de ir tendiendo un andamiaje que proporcione seguridad y permita que aquél se apropie del conocimiento y lo transfiera a su propio entorno. En cuanto a las implicaciones educativas de los anterior, Coll y Solé (1990, p. 332), definen a la enseñanza como «un proceso continuo de negociación de significados, de establecimiento de contextos mentales compartidos, fruto y plataforma, a su vez, del proceso de negociación», lo que permite verificar las conexiones entre aprendizaje, interacción y cooperación: los individuos que intervienen en un proceso de aprendizaje, se afectan mutuamente, intercambian proyectos y expectativas y replantean un proyecto mutuo, que los conduzca al logro mutuo de un nuevo nivel de conocimiento y satisfacción".
Los equipos de trabajo pueden participar de encuentros cara a cara para el estudio de casos, hacer seguimiento de los avances del curso y de sus dificultades, para realizar juegos de simulación, juegos de mesa, en los que además de discutir las temáticas correspondientes, se promueva la interacción entre los estudiantes y así, evitar el surgimiento del sentimiento de aislamiento o la percepción de que el curso se desarrolla individualmente. En este sentido no hay que perder de vista la función socializante y personalizante de todo proceso formativo, María Eugenia Calzadilla, señala que:
El foro, el panel y el debate son estrategias que permiten expresar la forma como se asimila el curso, como se articula el nuevo conocimiento a los conocimientos previos y como se modifica la estructura cognitiva de los participantes.
El docente debe participar del diseño de las temáticas, de los contenidos, selección de documentos y del diseño de las actividades que faciliten el aprendizaje de los estudiantes.
Las estrategias didácticas deben conducir a facilitar la interacción entre los estudiantes, entre los estudiantes y el docente, a desarrollar las habilidades argumentativas y metacognitivas a través del planteamiento de preguntas y debates por parte de los estudiantes, la elaboración de mapas conceptuales, redes semánticas, diagramas de llaves, cuadros y mentefactos. Gabriel Kaplun afirma:
"Como vengo insistiendo desde el comienzo, educación a distancia no tiene
porqué ser educación en soledad, como alguna vez se pensó –y muchos todavía
piensan–. Cada vez más la EaD se va convirtiendo en una “educación sin distancias”
(Giusta, 2003), que nos permite interactuar igual o más que en la educación
presencial. Una interacción que es clave para los procesos de aprendizaje".
Los ejercicios de aplicación y el informe correspondiente, acompañado de fotografías o videos cumplen un papel motivador muy importante y permiten validar lo que se aprende en el contexto de la realidad del estudiante. Kaplun sugiere que:
"Los propios participantes pueden proponer casos propios, preguntas o dudas
que les preocupan porque se las han planteado en su trabajo y no han podido
resolver. Dudar y plantearse preguntas es una clave del aprendizaje. Compartirlas
con otros ayuda a crear comunidades de aprendizaje (cfr. Viser, 2000;
Pazos, 2001; Pereles, 2002; Kaplún, 2005)".
La evaluación debe ser coherente con el planteamiento pedagógico de la propuesta curricular, con su concepción de aprendizaje y con las metas propuestas, ya sea que se propongan objetivos, logros o competencias.
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